La verdad, es que deprime mucho cuando te
enteras que tu amigo no es tu amigo, que está contigo por una razón, interés o
por un motivo. Pero sientes que no te apoya, no te conforta, no sientes su
hombro como para llorar, o no sientes su cariño para compartir. No sientes
sinceridad, no sientes compasión. No sientes… nada. Sientes que eres un bulto
nada más, un pañuelo, una almohada, un pedazo de tela que solo atina a
escucharlo pero no sabes cómo abordarlo ni encararlo. Para esa persona eres su
último recurso de catarsis porque sabe que lo vas a carajear por imbécil, pero
a la larga no te va a escuchar.
Me vi con mucha
pena obligado a bloquearlo de mis amistades en Facebook. Lo bloquee para no
sentir más lástima, pena ni dolor. Lástima porque el chico está solo; su pareja
está presente física y económicamente mas no en la parte espiritual y moral.
Siento lástima por su pareja también, porque siento que él si lo quiere pero su
trabajo lo mantiene alejado. Si su trabajo estuviese cerca, él no lo dejaría ni
tampoco la pareja. Siento que las personas que lo rodean están por un interés,
de repente por dinero, sexo o por querer sacarle provecho para un beneficio
personal. Pena porque todo lo que él piensa que hace es gracioso, sin pensar
las consecuencias que lo pueden acarrear. Desde un comentario hasta una foto,
que puede ser mal interpretada por los que visitan su página, los que dicen “son
sus amigos” de repente a sus espaldas dicen otra cosa, pero para no hacerlo
sentir mal, se ponen la careta de la “falsa amistad”. Dolor porque me duele ver
que no se dé cuenta que sus acciones lo pueden llevar a cometer algo más grave,
a herir más gente, a herirse él mismo. A herir a la persona que más quiere en
la vida.
Yo me siento
solo. Pero no todas las personas deben sentirse como yo. De alguna manera u
otra consigo compañía. Sin embargo, la manera de conseguirla no es a través de un
intercambio. Es un sentimiento sin compromisos, sin acuerdos, como dicen los
estadounidenses, “sin amarres”. Yo estoy por él, él está por mí. Ayudarnos
entre los dos, caminar juntos ese sendero, y si me caigo, me ayuda, él se cae,
yo lo ayudo a levantarse. En las buenas y en las malas, el sentimiento de la
amistad no sólo es recíproco, es también un sentimiento de hermandad, de
confraternidad. Es una extensión del amor, amor a un ser querido y admirado.
En mis 37 años de
vida, he tenido “patas” y “amigos”. Yo defino “patas” a aquellos con los que
veo de cuando en cuando, pero no siento el hecho de compartir mi vida con
ellos, ni ellos la suya conmigo. Sin embargo, mis amigos si han estado cerca,
con ellos compartiendo parte de mi vida y aconsejándome, y de la misma manera
yo con ellos. Ellos no te cuestionan mientras no sientan que lo que vayas a
hacer ponga en riesgo tu vida, tu integridad y la de ellos. El sentimiento es
desinteresado, lo haces porque quieres hacer algo especial, demostrando tu
verdadera simpatía, y de la misma forma él responderá. Ellos están para
aconsejarte, para que no te descarriles, y de la misma forma respondes tú.
Muchas personas se me acercaron por muchos motivos, pero son muy pocas con las
cuales puedo contar con ellas.
Escribo estas
líneas para ti lector; no te dejes sorprender, no te dejes llevar. Sigue tus
instintos y ve con cautela, siente sus corazones y descubre si de verdad vale
la pena mantener una amistad con esa persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario